Más cine, por favor

Más cine, por favor

Por Daniel Quesada

Cinéfilo, observador y poeta del tiempo

La definición de costumbre en el diccionario reza así: “manera habitual de obrar una persona, animal o colectividad, establecida por un largo uso o adquirida por la repetición de actos de la misma especie”. Es la manera habitual de comportarnos la que se ha visto cercenada por la crisis del coronavirus.

La industria del cine está acostumbrada a cambios en los hábitos sociales, a las crisis económicas y a la subida de los impuestos al consumo. Podría parecer que es imbatible, pero la irrupción del terremoto audiovisual, a través de plataformas de televisión de pago, fue la puntilla que obligó a nuevas medidas que cambiaron por completo la forma de ir a las salas.

El sector tradicional ha ido incorporando medidas que afectaron a los que nos gastábamos la paga semanal en ir al cine, la añorada película en una única sala gigante en sesión continua o aquellos acomodadores con linternita. Dinosaurios de las primeras salas, simplemente recuerdos.

Llegaron el día del espectador, la sesión golfa  y la versión original. Luego vinieron los primeros cierres.  Posteriormente la reconversión de las salas a espectáculos de teatro o circo, el naming como publicidad estática previa al nombre de la sala y la paulatina conversión del cine de barrio a macro complejos de cemento al estilo kinépolis, al amparo del boom de la construcción. La llegada de inversiones extranjeras estaba cantada y con el criterio de rentabilidad como referencia, aparecieron las golosinas, perritos, nachos y bebidas gigantes en nuestras salas. Goodbye a las salas supervivientes que no permitían ni palomitas.

Pongamos que hablo de Madrid, pero sus calles, auténticas referencias de salas de cine dejaron de serlo, la Alphaville ahora es otra cosa, el Juan de Austria en la actualidad un macro chino, mi añorado Renoir de Cuatro Caminos…aquellos maravillosos años.

¿Qué ocurrirá ahora? ¿Resistirá el sector la crisis del coronavirus? Los ERTES han llegado a la exhibición cinematográfica y del espectador dependerá la magnitud del problema, que acuda al cine y aproveche las ganas de salir de casa cuando todo esto acabe, disminuirá las consecuencias para la industria.

Los espectadores esperamos buenas películas, no todo se arregla con dinero público amigos de la Academia, más fiestas del espectador y sobre todo consensuar con las plataformas de pago el reparto del pastel para evitar que arramplen con todo al estilo Amazon. El esfuerzo de las partes para ganar la batalla cinematográfica al coronavirus y que el cine se adapte pero no se transforme. La cultura está en juego.

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