País de Forges

País de Forges

 

Forges era “bocata”, era stupendo, era gürtélido, era “infoporteibol”, era “la Concha y el Mariano”, era “sactamente”, era “gendelamorhermoso” y, entre mis favoritas, también era “dedocracia”. El periódico El País publicaba el pasado viernes una última viñeta del talentoso dibujante gráfico. Un trabajo de despedida en el que Forges nos decía adiós con un “Os quiero, afirmo”, ubicado en el margen derecho donde tantos “Pero no te olvides de Haití” reivindicó.

El último 22 de febrero fue el día en el que España supo que las mañanas serían un poco más tristes. Nos deja Antonio Fraguas de Pablo, capaz de hacernos pensar, avergonzarnos y analizar la realidad en solo una viñeta. Se fue Forges, quien ha dado humor matinal a generaciones durante medio siglo. Un genio que sacaba el chiste de la historia, la política, la cotidianidad y de los “españolitos de a pie”. Para entender sus imágenes, y la vida con humor, también aconsejaba: “si no te ríes de ti mismo, no puedes reírte de nada”.

Hasta el último día, el dibujante plasmó su opinión a trazos, con un atrevimiento, claridad y cercanía a la calle poco comunes en editoriales y artículos de los periódicos. Forges ha sido experto en mostrar las incoherencias de este país y sus capítulos más negros. Desarmó al franquismo a golpe de chiste, ilustró sobre corrupción, pobreza, refugiados, terrorismo o precariedad laboral, incluso se pronunció en temas duros como el 11-M o la Guerra de Irak.

Sus viñetas crearon un mundo de personajes de gran nariz y un lenguaje propio, inspirado en los coloquialismos de la calle. Sus protagonistas son de toda naturaleza: el corrupto, el empresario abusón, el banquero, el pijo, el funcionario, el becario, el idealista, el pesimista, las viejas del visillo, el matrimonio hecho a la costumbre, el campesino de boina… Todos ellos han interpretado situaciones y diálogos cómicos, con la única intención de sacarnos una sonrisa con el retrato crítico y lúcido de la sociedad.

De Pueblo a El País

El prolífico humorista ha dejado sus viñetas en publicaciones como Pueblo, Arriba, Informaciones, Diez Minutos, Hermano Lobo, Diario 16, El Mundo, Por Favor, Interviú, Lecturas, Semanario Gráfico, El jueves o el periódico El País, la que fue su casa sus últimos veintitrés años. En total ha publicado más de 250.000 viñetas.

Antes de dedicar su vida al chiste gráfico probó suerte en otras áreas, siempre cercanas a los medios de comunicación. Quizá por influencia de su padre, Antonio Fraguas Saavedra, periodista, escritor y alto funcionario. Con tan solo 12 años, el madrileño se hizo con el Premio Nacional de Redacción, que poco le motivó en sus estudios, pues los abandonaría antes de terminar Bachillerato. Con 14 años, Forges comenzó a trabajar como técnico en Televisión Española, años después lo haría como mezclador de imagen.

Cumplida la treintena, supo que su vida era llenar de creatividad al humor gráfico. Desde entonces, su pluma y su ingenio tocaron periódicos, novelas, películas, programas de televisión y de radio. La reflexión crítica era innata, pero su crítica también surgió de sufrir un exilio temporal para evitar cargas policiales y ataques de extrema derecha.

Forges presentaba a una ciudadanía desencantada que aceptaba sus miserias. Recordaba que la política falla a los ciudadanos y que los ciudadanos olvidan las crisis humanitarias. Era su forma de golpear a una sociedad impasible ante injusticias y tragedias; paradójicamente, sabía pegar con un humor cordial del que difícilmente uno se siente ofendido, pero sí aludido. ¡País!

 

P.D.: Pero no te olvides de Forges

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