Las mujeres que se quitaron el velo en Irán

Las mujeres que se quitaron el velo en Irán

La criminalización de las mujeres sin velo es una forma extrema de discriminación por motivos de género y es un trato cruel, inhumano y degradante que perjudica profundamente la dignidad de la mujer. En lugar de perseguir y encarcelar a las mujeres que se oponen a esta vergonzosa injusticia, las autoridades iraníes deberían liberar inmediata e incondicionalmente a todas las defensoras de los derechos humanos encarceladas por su activismo pacífico (Magdalena Mughrabi, vicedirectora por el Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional).

 

Nasrin Sotoudeh es una prestigiosa abogada que ha dedicado su carrera al activismo y a la defensa de los derechos humanos en su país, en Irán. Es valiente, una profesional altamente comprometida que ha batallado especialmente por las libertades de mujeres y niños. No ha tenido miedo de alzar su voz en contra de las imposiciones que las iraníes sufren y ha mostrado abiertamente su desacuerdo a las sentencias de muerte.

Entre otras personalidades, ha defendido a la premio Nobel de la Paz Shirín Ebadí, primera musulmana en conseguir este galardón, abogada y exjueza que ha dirigido su trabajo hacia la salvaguarda de los derechos humanos, denunciando a instituciones internacionales y tachando a los gobiernos occidentales de cerrar los ojos ante las injusticias que sufre la población iraní.

Nasrin Sotoudeh ha dedicado grandes esfuerzos por mejorar la cultura jurídica en Irán, con el fin de concienciar y poner el foco en la persecución que sufren en este país mujeres, activistas o intelectuales. Desde el Centro de Defensores de los Derechos Humanos, que cofundó en 2002, se ha implicado en numerosas causas relacionadas con la violencia de género y el maltrato infantil, visibilizando la necesidad de derogar leyes discriminatorias.

Ni el reconocimiento internacional ni su incansable lucha le han servido a la abogada para escapar de la falta de libertad en Irán. Nasrin Sotoudeh se encuentra en la cárcel, su delito fue representar a las mujeres que se atrevieron a oponerse al uso obligatorio del velo.

Por Edi Kurniawan

38 años de condena y 148 latigazos

El pasado mes de marzo, la justicia iraní condenó a Nasrin Sotudeh a 38 años y medio de cárcel, acompañados de 148 latigazos. Tuvo el valor de defender a las mujeres que no quieren que les impongan obligatoriamente llevar un velo que las cubra, protestaron públicamente contra las leyes que lo exigen.

La consecuencia de ese trabajo ha sido ser declarada culpable de siete cargos. En Irán, estar condenado a tres o más cargos supone cumplir al menos la pena completa del hecho más grave imputado. Significa que la abogada tendrá que permanecer en prisión como mínimo 12 años por esa defensa.

No es la primera vez que Nasrin Sotudeh se ve envuelta en este tipo de condenas, hace nueve años fue recluida en régimen de aislamiento por propaganda contra el Estado, hace ocho años fue condenada a 11 años de cárcel, con prohibición de salir del país e inhabilitada por 20 años para ejercer la abogacía; después la pena quedó en la mitad. Tras varias huelgas de hambre y una liberación grupal, en 2013 salió de nuevo a la calle; aunque ha sido detenida en otras ocasiones posteriores.

La condena del velo

Las mujeres y niñas iraníes han de salir de sus casas siempre con un hiyab, o cubriendo su pelo con un pañuelo, y no deben de llevar ropa ajustada. No son recomendaciones del Estado, ser vista en público en contra de estas imposiciones supone multas o penas de prisión.

Nasrin Sotoudeh sabía a qué se enfrentaba si decidía personar la contienda de aquellas que se han atrevido a tirar su pañuelo, a protestar públicamente en contra de las leyes injustas que obligan a las iraníes a permanecer tapadas, relegadas y sin derechos. Por ello, el pasado 11 de marzo la abogada recibió su condena, con justificaciones tan reprobables como haber “cometido abiertamente un acto pecaminoso” e “incitar a la corrupción y a la prostitución”.

La religión por encima de la ley, de las libertades y de cualquier derecho. Las creencias que manchan la lucha por ser verdaderamente libres, con conceptos que nada tienen que ver con la causa. Pero Nasrin Sotoudeh está presa, de nada sirve una carrera brillante, su batalla por mejorar la situación de miles de iraníes o sus denuncias contra las injusticias a nivel internacional. Nasrin ni siquiera se plantea a apelar la sentencia, para qué legitimar un juicio injusto, un sistema corrompido afanado en apagar la voz de quienes defienden a las mujeres.

Es posible que ya no haya vuelta a atrás en las represalias a toda su labor, que quizá será más valorada y reconocida en el futuro. No obstante, Amnistía Internacional se ha sumado en dar a conocer la situación de Nasrin Sotoudeh y de otras mujeres que han sufrido una suerte parecida, cometiendo como único delito el protestar pacíficamente en favor de los derechos humanos. A día de hoy es posible participar en la recogida de firmas que la organización ha iniciado en contra de estas condenas, para presentarlas ante el Líder Supremo de Irán.

Es difícil confiar en un sistema corrupto, en un país injusto y en guerras contra gigantes, pero es posible creer en la humanidad cuando existen personas que ceden su vida para conseguir mejorar el futuro de las nuevas generaciones, al menos, merece la pena dar a conocer su historia.

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