Ámsterdam, pragmáticos pecados

Ámsterdam, pragmáticos pecados

Por Ana Valentina Benjamin

Escritora, periodista e investigadora especializada en Derechos Humanos.

 

También llamada la “Venecia del norte” por sus cien kilómetros de canales, más de mil puentes y noventa islas, la capital de los Países Bajos no tiene nada que envidiar a su colega italiana. Los principales canales que rodean el centro histórico, el Herengracht, el Prinsengracht y el Keizersgracht, fueron construidos durante la Época de Oro (1585-1672) y forman una zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La estación central, construida literalmente sobre un lago, es un buen punto de partida para recorrer la ciudad: caminando en dirección contraria al puerto llegamos a la plaza de Dam, ubicada entre dos de las vías principales, Damrak y Rokin. Allí, además de vendedores de baratijas y snacks, están el famoso obelisco blanco, el Palacio Real y la Iglesia de Santa Catalina, donde son coronados los monarcas. A trescientos metros, entre la Iglesia Vieja y la Basílica de San Nicolás, se encuentra el Barrio Rojo donde, como sabe medio planeta, la prostitución se ejerce de forma protegida. Dicen algunos residentes fastidiados que aunque antiguamente aquí llegaban los marineros de sus largos viajes a “pecar y a rezar”, ahora hay sobre todo turistas que “no rezan ni pecan y solo vienen a curiosear”.

 

Estación Central de Ámsterdam ©pixabay.com
Estación Central de Ámsterdam ©pixabay.com

 

Otro clásico neerlandés, más ligado al puro romance que al pecado poco original, son los mercadillos; el más vistoso es el “Bloemenmark” con sus flores encantadoras pero de bajo perfil, en contraste con el alto perfil que cultivan los célebres tulipanes y las plantas de marihuana. Ciertamente, que las calles huelan a carne argentina y a cannabis no es un dato subjetivo de nariz que reconoce los pecados carnales y botánicos del país del sur. Si bien la “parrillada” (diversos cortes de carne a la brasa) tenía ya su fama conquistada en la gastronomía local, ganó un espacio mayor a partir del noviazgo de Máxima Zorreguieta con el entonces príncipe Guillermo. La hoy reina, nacida en Argentina, trajo ese castellano tan particular que se habla en su país, pero también una época nefasta: su padre fue un poderoso empresario agrícola activo durante la dictadura militar argentina (1976-1983) sobre el cual recayó, a pedido del gobierno, una investigación sobre su posible participación en la violación de derechos humanos. La conclusión se resume en una línea, “el señor Zorreguieta tuvo una posición alta; no podía ignorar lo que ocurría en el país” y en una acción: el criminal no fue invitado a la boda de su hija. Ahora cabe preguntarse sobre la hija en posición de reina, ¿podía ignorar lo que ocurría cuando se encontró con el príncipe heredero saudí durante la cumbre del G-20?

 

Madurez sin paternalismo

La sociedad neerlandesa suele enfrentar con madurez asuntos controvertidos que otras sociedades no resuelven o lo hacen a medias, como sucede en Alemania, con su estilo conservador, políticamente correcto y paternalista. Por ejemplo, drogas. Los consumidores no generan violencia callejera ni viven en una especie de limbo mental, como promulga histérica e históricamente la chusma punitiva. Existe una política de drogas blandas que permite el consumo bajo ciertas condiciones: venta autorizada a mayores de dieciocho años y no más de 5gm por persona. El concepto es pragmático: harto probado que la prohibición no reduce la demanda y solo aumenta su comercialización clandestina, se regula su consumo y el control punitivo se invierte en el verdadero peligro: los traficantes. Las estadísticas lo confirman: el país registra bajos niveles de consumo, incluso por debajo de países donde están duramente penalizadas.

También el aborto, la eutanasia y el cambio de sexo son asuntos que en este país son tratados en forma sensata; no se practican a mansalva, sino bajo un responsable proceso de seguimiento y apoyo psicofísico del solicitante. Aún así, Ámsterdam está en el puesto 13° de las ciudades más visitadas del mundo, por debajo de Londres, París y Barcelona. El dato sorprende porque tiene todo para liderar, además de su madurez sociopolítica: su aire bohemio, vanguardista, de pragmática tolerancia, sus callecitas serpenteando puentes que parecen de juguete y su fauna: ciento cincuenta tipos de aves, diez mil especies de animales, ochocientos mil residentes y siete millones de turistas al año… que conviven como pueden. ¿Precios accesibles y pragmáticos pecados han hecho desbordar el flujo de visitantes? Cualquiera sea la razón, lo cierto es que ha rebosado a tal punto que, sin ánimo de ofender, sus dirigentes lo llaman “turismo barato” con perfil recurrente: joven, bullicioso, predador, sin tarjeta de crédito que llega con cash a hacer lo que en casa papá no permite. La verdad es que el tsunami turístico se padece, por ejemplo, en las eternas colas para entrar a los museos. Percance que está lejos de arruinar la estadía, si eres persona dispuesta a resignar plan Arte refinado por plan B viable.

 

Más vale plan B en mano que plan A volando 

Tal como dijo Sancho Panza a Don Quijote, ya tengo edad para dar consejos y por ello os digo que más vale pájaro en mano que buitre volando. Veamos, volemos. El Moco Museum no expone por suerte lo que dice su nombre sino arte Moderno y Contemporáneo, que se luce con artistas de la talla de Andy Warhol, Jeff Koons y Keith Haring. Se fundó en 2016 en la “Villa Alsberg”, el centro de la Plaza de los Museos. Museo de la Cartera. Las damas fundadoras y lo expuesto tienen algo en común: la originalidad y la edad avanzada. Aunque parezca trivial comparado con un Van Gogh original, detenerse a observar carteras desopilantes y aprender la historia del bolsillo tiene su encanto. Otra opción es el Museo del diamante, una verdadera joya: compacto y entretenido, muestra otro aspecto esencial de la historia económica de Ámsterdam. Cuentan los historiadores (y da fe esta cronista, que lo supo de boca de su propia abuela polaca) que muchos inmigrantes del este europeo que llegaban a Holanda, encontraban trabajo en el sector del diamante. También del presente da cuenta el museo exhibiendo la raqueta de oro con 1420 diamantes, valuada en un millón de euros, que ganase en 2007 la tenista francesa Amelie Mauresmo.

 

Museo del Diamante, raqueta de diamantes / ©Ana Benjamin
Museo del Diamante, raqueta de diamantes / ©Ana Benjamin

 

La última sugerencia del plan B no es para todos: el Museo de la tortura. En nuestro caso, por cobardía o falta de morbo, la visita empieza y termina en la entrada, con una breve encuesta sobre las razones de semejante visita. “Peor es leer el periódico”, nos contesta, irrefutable, una señora. “Me gusta la Historia y en la antigüedad se torturaba”, sintetiza una sensata joven. “No hay cola para entrar”, dice, y no se equivoca, un veinteañero con más clavos en la nariz que una ferretería. Otro paseo imperdible que no exige tortuosas colas es el Festival de Luces, que ilumina la ciudad cada año del 28 de noviembre al 19 de enero. Los mejores artistas locales e internacionales presentan sus obras en distintas locaciones accesibles a pie, en bicicleta o por barco. Usar el transporte propio, andando o pedaleando, es ecológico con un toque de nostalgia futurista: en este planeta recalentándose sin concesiones, deberíamos disfrutar el frío… mientras dure.

 

Artículo escrito por Ana Valentina Benjamin. Escritora, periodista e investigadora especializada en Derechos Humanos. Autora del ensayo periodístico con perspectiva de género La Ley del Escorpión (Ediciones Suricata, 2017). 

Imagen de portada: Atardecer Bicis&Canal / ©pixabay.com

 

Rancho Grill Argentino / ©pixabay.com
Rancho Grill Argentino / ©pixabay.com

 

Amsterdam Market Holland City Flowers / Puesto Mercado Flores / ©pixabay.com
Amsterdam Market Holland City Flowers / Puesto Mercado Flores / ©pixabay.com

 

Van Gogh Museum /© Gentileza Prensa I AMsterdam
Van Gogh Museum /© Gentileza Prensa I AMsterdam
4 Responses
  1. me gusta mucho el articulo, estuve en amsterdam muchas veces; es cierto que la ciudad tiene “madurez sin paternalismo”. tambien cierto que holanda lleva anios adelantado en aborto, eutanasia y otros asuntos que en otros paises todavia ni se discuten!

  2. Soy de Amsterdam aunque vivo en Polonia. Me ha gustado la descripcion de mi ciudad. Pero hay mas pecados que los dijos por la periodista 🙂

    1. Gracias por tu comentario Maru. Seguro que los hay… 😉 Un abrazo. Gracias por leernos.

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