Cada 11 de febrero celebramos el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. La Asamblea General de Naciones Unidas proclamó esta conmemoración en 2015 con el fin de visibilizar el papel de la mujer y la importancia de su acceso a estas carreras profesionales:
La ciencia y la igualdad de género son vitales para realizar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluidos en la Agenda 2030. En los últimos 15 años, la comunidad internacional ha hecho un gran esfuerzo inspirando y promoviendo la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia. Desafortunadamente, ellas siguen enfrentándose a barreras que les impiden participar plenamente en esta disciplina.
Hoy recordamos la desigualdad que existe en este ámbito, porque las cifras que manifiestan la exigua representación y reconocimiento del género femenino en la ciencia son abrumadoras. La UNESCO estima que menos del 30 % de los investigadores de todo el mundo son mujeres y los números son inferiores en sectores puramente tecnológicos.
La evolución hacia la igualdad de género en la ciencia
La crisis sanitaria de la COVID-19 ha hecho tomar mayor conciencia de la importancia de invertir en ciencia y que la frecuente precariedad de los investigadores españoles está generando una significativa fuga de talento en nuestro país. Ahora que la ciencia ocupa un lugar preferente en los medios de comunicación, también es necesario visibilizar que, en lo que a participación se refiere, la paridad aún es una utopía en este sector.
Sustituyendo a los informes Científicas en Cifras, el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación, organismo adscrito al Ministerio de Ciencia e Innovación, publicó en 2020 un análisis sobre la relación entre mujeres e innovación, así como la evolución de la igualdad de género en este campo.
Pedro Duque, ministro de Ciencia e Innovación, reconocía que los escasos datos disponibles que se han estudiado para poder elaborar este informe señalan notables brechas de género en el acceso a los recursos para el fomento de la innovación. Tenemos el doble reto de disponer de mayor información para elaborar este tipo de análisis, normalizando para ello la inclusión de indicadores de sexo/género en toda la información que se elabore para el seguimiento y evaluación de actividades, entidades, políticas y resultados de innovación; y, por otro lado, que las brechas de género identificadas se vayan cerrando progresivamente hasta el logro de la plena igualdad.
El diagnóstico en España deja patente la existencia de una brecha de género a nivel salarial, baja participación de la mujer en carreras científicas, menos representatividad en puestos directivos o el predominio en las contrataciones a tiempo parcial. A su vez, el informe recoge que las mujeres representan un 26 % del personal en sectores empresariales de alta y media-alta tecnología y de esa cifra solo un 31 % participa directamente en actividades de I+D. Además, la tendencia no refleja indicios de cambios en los últimos años.
Educación y fomento de las vocaciones STEM en las niñas
Según el Ministerio de Universidades, el 55 % del alumnado universitario son mujeres, pero la distribución por sexo en las distintas ramas de conocimiento no es homogénea. Más del 70 % de los matriculados en Ingeniería y Arquitectura son hombres; son ellas las que llegan a ese porcentaje en carreras relacionadas con Ciencias de la Salud, Artes o Humanidades.
Según la OCDE, únicamente un 7% de mujeres de hasta 15 años se plantea formarse en este tipo de profesiones en España. La brecha de género en las carreras científicas y tecnológicas provoca el desperdicio del talento femenino. Es esencial fomentar las vocaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) desde edades tempranas en las niñas y visibilizar referentes femeninos para todas ellas. La educación es una herramienta clave para superar estereotipos sociales y desvincular a la mujer de roles de géneros tradicionales y dirigidos a los cuidados.
En ese sentido, cada vez surgen más iniciativas que tratan de avivar las vocaciones de las niñas en estas disciplinas. Una de ellas es la reciente campaña #NoMoreMatildas, de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), en la que se pregunta qué hubiera pasado si Einstein hubiera nacido mujer: probablemente hoy no sabríamos de su existencia, puesto que los méritos se los hubiera atribuido algún compañero de investigación.
La ciencia ha discriminado históricamente a la mujer, incluso con casos extremos en los que se contemplaba la tortura para aquellas que se atrevían a dedicarse a ello. Lo más habitual es que las científicas brillantes se vieran obligadas a renunciar a sus avances y méritos para cederlos a sus homólogos masculinos. De esta manera, quedaron silenciadas y olvidadas.
La conmemoración del Día de la Mujer y la Ciencia no debe ser solo una fecha para recordar los logros científicos de las mujeres, en gran parte invisibilizados, también ha de ser cita para seguir demandando esfuerzos que impulsen la presencia de la mujer en las profesiones científicas y tecnológicas. No nos podemos permitir perder el talento de la mitad de la población.