“Montar en bicicleta a menudo atrae la atención de los hombres, expone a la sociedad a la perversión y por lo tanto quebranta la castidad de la mujer. Debe ser abandonado”. ¿Una broma de mal gusto? No. El Ayatola Jamenei, dirigente de la clase clerical iraní y Líder Supremo de la República Islámica de Irán, ha realizado dicho manifiesto a través de una fetua (un pronunciamiento legal en el islam), el pasado 19 de septiembre.
En un país en el que el sistema jurídico está basado en la ley islámica, el Líder Supremo es la mayor autoridad, tanto en política como en religión. Así pues, la fetua machista de Jamenei, sobre la prohibición de que las mujeres monten en bicicleta, se convierte en una ley que el país debe acatar o arriesgarse a una condena por su incumplimiento.
Ante esa “amenaza” que supone este medio de trasporte del diablo, cientos de valientes mujeres iraníes han respondido a través de las redes sociales. Bajo el hashtag #IranianWomenLoveCycling, un numeroso grupo de iraníes publican fotografías y vídeos en los que montan en bicicleta e ignoran la normativa para luchar a favor de los derechos de la mujer.
Con una larga historia de la privación de libertades en este país, las mujeres están retando a un sistema carente de igualdad entre géneros. Las protestas recientes se han sumado a My Stealthy Freedom, una campaña fundada por la escritora y periodista Masih Alinejad, que lucha por los derechos femeninos en el territorio iraní.
Masih Alinejad declaró a través de su perfil de Instagram el objetivo de sus protestas: “Lo único que quiero es que las mujeres iraníes puedan disfrutar de los mismos derechos que los hombres. Que puedan montar libremente en bicicleta, creo que no es mucho pedir”. Asimismo, manifestó que no considera que estén incumpliendo la ley ya que “este deporte no tiene ninguna penalización en el ordenamiento jurídico de Irán, así que vamos a respetarnos y apoyarnos los unos a los otros”.
No es la primera campaña que abandera la escritora en favor de los derechos de sus compatriotas femeninas. En la Conferencia Mundial sobre la Mujer de 2016, Masih Alinejad explicó que el origen del movimiento social de My Stealthy Freedom fue la protesta contra el hiyab, mediante la cual animaba a las mujeres de Irán a que publicaran fotografías de ellas mismas con la cabeza descubierta. A raíz de este evento, el mismo New York Times agregaba que “las mujeres en Irán quieren participar en la sociedad, pero para los clérigos esa es la gran amenaza, ya que para ellos las mujeres no deben ser vistas ni escuchadas, sino quedarse encerradas en la cocina”.
El desafío por la igualdad femenina en Irán ha calado en toda la sociedad, hombres y mujeres defienden la causa, pero, en un país con una tradición del poder basado en la religión, el recorrido no es sencillo. Los sabios de la corte de Jamenei tienen la función de interpretar el Corán y, a partir de esas valoraciones y de las fetuas declaradas, se crean leyes no escritas que la población debe acatar.
El código penal no concreta ninguna ley que hable del uso de la bicicleta, no obstante, la policía más afín al fanatismo religioso ya se ha dedicado a perseguir a mujeres que usan este medio de trasporte para adjudicarles penas. Eso sí, los castigos no tienen que ver con el hecho de montar en bici, puesto que no están claras aún sus limitaciones según el ordenamiento jurídico, las penas suelen referirse a la vestimenta, siempre controvertida. El miedo a las represalias ha llevado a que muchas mujeres se nieguen a volver a montar en bicicleta.
Las campañas por la igualdad de My Stealthy Freedom están consiguiendo dar visibilidad a la desgracia de ser mujer en Irán. Las redes sociales son la base de su lucha, desde ellas cientos de mujeres siguen publicando imágenes de su desconformidad sobre dos ruedas. Cada vez más hombres, concienciados con las injusticias que sufren sus hermanas, compañeras, hijas o conocidas, se muestran en las redes vistiendo la hijab. Ante la eterna pregunta de por qué el hecho de ser mujer continúa siendo razón suficiente para privar de derechos y libertades, aún queda esperanza en éstos valientes que se arriesgan ante un sistema injusto y machista por alcanzar un mundo de igualdad de género.
[…] La religión por encima de la ley, de las libertades y de cualquier derecho. Las creencias que manchan la lucha por ser verdaderamente libres, con conceptos que nada tienen que ver con la causa. Pero Nasrin Sotoudeh está presa, de nada sirve una carrera brillante, su batalla por mejorar la situación de miles de iraníes o sus denuncias contra las injusticias a nivel internacional. Nasrin ni siquiera se plantea a apelar la sentencia, para qué legitimar un juicio injusto, un sistema corrompido afanado en apagar la voz de quienes defienden a las mujeres. […]