Cualquier visitante de Lisboa habrá observado la escultura ubicada frente la cafetería más famosa de la ciudad, Café A Brasileira, en rua Garret, zona del Chiado. Si el turista ha sentido curiosidad o ha tenido la suerte de conocer más en profundidad la historia de la capital portuguesa, habrá descubierto que es la figura de Pessoa a quienes abrazan los extranjeros para obtener la imagen icónica. Si el viajero ha tenido la necesidad de indagar más, sabrá que el escritor era reacio a las musas y la céntrica cafetería le servía para escuchar diversas opiniones, conocer otras ideologías e inspirarse en vidas ajenas.
Orgullo de los lisboetas, Fernando António Nogueira Pessoa, conocido como Fernando Pessoa, sigue siendo un enigma. Considerado uno de los escritores más brillantes y prolíferos de Portugal, este mes de junio se ha cumplido el 130 aniversario de su nacimiento. Su vida y obra continúa generando elucubraciones y teorías incluso después de su muerte.
De Pessoa se ha dicho casi todo, no es para menos, el autor más importante de la literatura portuguesa del siglo XX disfrutó de 72 vidas. Fernando Pessoa era un escritor enigmático que revolucionaba la sociedad lisboeta desdoblándose en 72 individuos ficticios, sus 72 heterónimos, que los portugueses creyeron reales.
El poeta no llegó a cumplir cincuenta años, pero tuvo tiempo de escribir infinidad de poesía, dedicarse al periodismo, a la publicidad, al comercio y a la traducción, pues creció en Sudáfrica y la lengua inglesa tuvo protagonismo en su literatura.
El dinero se lo daba la traducción de correspondencia comercial, gracias a su dominio del idioma británico y conocimiento del francés. Por la noche, acudían a su mente las voces de sus numerosos personajes y daba rienda suelta a su inspiración poética. Pessoa publicaba la mayoría de sus creaciones firmadas por sus heterónimos.
Las sombras de Pessoa
“El origen de mis heterónimos es el hondo trazo de histeria que existe en mí (…). Desde niño tuve la tendencia a crear en torno de mí un mundo ficticio, a rodearme de amigos y conocidos que nunca existieron”.
Los heterónimos están ligados a Pessoa porque es un recurso propio del autor. Numerosos literatos probaron con los pseudónimos para rubricar todas o parte de sus manifestaciones artísticas. Sin embargo, un heterónimo no es solo un nombre para firmar obras del autor que los concibe, sino un personaje irreal, que cuenta con una identidad compleja y definida.
Fernando Pessoa fue quien más utilizó los heterónimos en el siglo XX, además incluyó algunos alter ego femeninos, poco común en la historia. El poeta se tomaba muy en serio la invención de estos individuos, llevó la tendencia al extremo. A cada uno les dotó de una biografía propia y completa, una caligrafía y firma diferente, la mayoría de ellos también tenían su propia producción, estilo poético, fecha de nacimiento y de fallecimiento.
Algunos de sus fantasmas, Alberto Caeiro, Ricardo Reis o Álvaro de Campos, alcanzaron gran notoriedad. Los convirtió en autores de la época que incluso se criticaban entre ellos a través de las páginas de los periódicos. Pessoa lograba pensar a través de las diferentes personalidades, lo que le ocasionó problemas personales.
Tan solo se le conoce una amada, con quien mantuvo una relación basada en la correspondencia. Su amor se truncó cuando la joven, Ofelia, no pudo soportar que algunas de las cartas fueran rubricadas y escritas desde el personaje de Álvaro de Campos. Fernando Pessoa no cedió, creía que él se debía a su obra, prefería existir a través de diferentes ojos.
El lisboeta era el ortónimo de su producción literaria, el autor original. En su madurez, su firma es considerada un heterónimo más, incluso él mismo tenía ciertas similitudes con algunos de sus personajes, en especial con Bernardo Reis.
Definir a Fernando Pessoa
Fernando Pessoa ha alcanzado una trascendencia y popularidad póstuma. Algunas de sus escritos más relevantes han sido descubiertos tras su muerte. A día de hoy, aún no se ha estudiado, archivado y ordenado toda su obra. Se mudó alrededor de veinte veces por la ciudad, por lo que quién sabe si aparecerán aún más textos. Ha dejado numerosas creaciones inéditas por descubrir, que actualmente se analizan, interpretan y generan polémica. En Lisboa se afirma que existe un baúl que guarda más de 20.000 textos sin publicar.
Aseguraba: “me siento múltiple” y definía a los heterónimos como “sus otros yo”. Era un ser solitario, a quien su existencia no le era suficiente. Es imposible definir la personalidad del poeta, reflexionaba acerca de la vida, la existencia y cualquier aspecto cotidiano a través de infinidad de perspectivas.
De él se sabe que alcanzó experiencias ligadas al ocultismo, a la masonería y a la astrología. Hay quienes aseguran que el poeta era esquizofrénico o con trastornos mentales, aunque él únicamente se dedicó a crear un mundo literario lleno de debate, visiones diversas y enigma. Él mismo explicó sus excentricidades y vida en la frase “para comprender, me destruí”.