Actor, escritor y activista LGTB+. A Jesús Barrio Caamaño no le dan miedo las etiquetas, todavía las ve necesarias para que el colectivo tenga visibilidad en la cultura. Oriundo de Santiago de Compostela (1989), estudió Interpretación, un Máster en Escritura Creativa y comenzó su carrera literaria en 2014 con la obra de teatro ‘El hombre que tú necesitas’. Tres años más tarde vio la luz su primera novela, ‘Dos peregrinos’, y en 2020 lanzó su tercer trabajo, ‘El club de los olvidados’.
En este último libro ha querido reflejar un salto del gris al color y para eso ha contado con la colaboración de la ilustradora Sara Gumero. Escribe sobre personajes LGTB+ porque afirma que el colectivo “no está suficientemente representado en la cultura y necesitamos vernos reflejados en las historias”. ‘El club de los olvidados’ comienza en la década de los 90 en Sahagún (León), donde Nikki descubre su homosexualidad. La obra muestra las vivencias del protagonista y su grupo de amigos a lo largo de tres décadas, teniendo muy presente los pasos que el colectivo LGTB+ logró durante esos años.
¿Tienes miedo a que la etiqueta de autor LGTB+ encasille tu carrera como escritor?
Me defino principalmente como un contador de historias arco iris. No tengo miedo al encasillamiento ni a la etiqueta de escritor LGTB+, ojalá un día no hiciera falta llamarlo literatura LGTB+, pero ahora lo necesitamos y estoy encantado de aportar un poco color a las bibliotecas. Existen pocas tramas LGTB+ en comparación con la heterosexual en la cultura y es esencial contar con mayor representación. Si recordamos ejemplos en España donde aparezcan personajes homosexuales, quizá uno de los más populares fueron Fernando y Mauri en ‘Aquí no hay quien viva’, que fue tratado con respeto, aunque no deja de ser una trama liviana y de mucho humor. Ya está bien de que seamos siempre personajes secundarios, también somos protagonistas y nadie quiere ser actor secundario de su propia vida. La etiqueta de autor LGTB+ para mí es una oportunidad, porque hay muchas historias LGTB+ que contar y espero que pronto no sean excepciones, sino una posibilidad más.
Para alguien que no está familiarizado con literatura y autores LGTB+, ¿le animarías a comenzar por El club de los olvidados?
Totalmente, porque es una coctelera agitada en la que se resume la historia del colectivo en España durante los últimos 30 años. Repaso acontecimientos que reconocerán, verán el proceso de pasar de la oscuridad a cierta luz con hitos como la aprobación del matrimonio igualitario en 2005. Es un libro que bebe de los derechos que se han ido consiguiendo, un proceso lento y de mucha lucha que no hubiera sido posible sin activistas como Pedro Zerolo o Carla Antonelli. Ese contexto es el telón de fondo de la historia del protagonista, Nikki, un chico que con 13 años se da cuenta de que es gay en 1990, momento en el que la Organización Mundial de Salud acababa de eliminar la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. El libro es un recorrido por la vida de un grupo de amigos que buscan su lugar y felicidad, personajes inadaptados ante una sociedad muy tradicional. Es una historia que tiene muy en cuenta de dónde venimos, en la que he querido homenajear a las personas han luchado por los derechos LGTB+.
Nikki es una oportunidad de volver a mi pasado y pisar un poco más fuerte, una deuda que tenía que saldar conmigo mismo, regresar a la adolescencia a través de la escritura y ser más atrevido para vivir y arriesgar
La primera parte de tu novela se enmarca en Sahagún, pueblo donde pasaste tu adolescencia y que describes como un escenario hostil donde un joven homosexual tiene difícil aceptar su condición sexual. ¿Qué tiene de especial Nikki para vivirlo con tanta normalidad en un entorno en el que existe la homofobia y la falta de referentes?
Buscaba que Nikki tuviera más valor del que yo tuve, que fuera un chico adelantado a su tiempo. Nikki es una oportunidad de volver a mi pasado y pisar un poco más fuerte, porque lucha a pesar de las dificultades y de su juventud, está preparado para afrontar los golpes que vengan. Quizá es una deuda que tenía que saldar conmigo mismo, regresar a la adolescencia a través de la escritura y ser más atrevido para vivir y arriesgar. Estoy seguro de que ha habido muchos Nikkis y son esas historias las que no se han contado, al igual que también hubo otras de quienes se cansaron de batallar.
También reflejas en la novela el perfil contrario, el de Nacho, que es incapaz de mostrarse en su pueblo como realmente es sin sentirse avergonzado. ¿Hay más Nachos que Nikkis en el mundo rural?
Completamente, pero también hay muchos Nachos en las ciudades. Estamos más acostumbrados a chicos que alardean de masculinidad, de estereotipos, cuando puedes ser homosexual y masculino, o al revés. Nos cuesta entender que existen multitud de opciones compatibles en la vida, asumir las distintas posibilidades que tienen los seres humanos, porque somos seres complejos. Es triste que se haya luchado por tantos derechos y haya personas que deciden vivir en una mentira. Aunque entiendo que cada uno tiene sus circunstancias, como nacer en una familia que no te comprende o sufrir la presión social, pero invito a todo el mundo a ser valiente y dueño de su propia vida, a no ser actor secundario, sino a respetarse siendo uno mismo.
¿Cómo influyen los escenarios que has elegido para la trama (pueblo, ciudad mediana y gran ciudad) en la vida de un joven que descubre y comienza a aceptar su homosexualidad?
Es evidente que la cuestión geográfica influye en esa aceptación. Un Madrid tiene infinidad de posibilidades y referentes en comparación con un pueblo. La representación es muy importante, en mi adolescencia sufrí el sentirme como el único diferente. En el fondo sabes que hay más gente, que el colectivo es grande, pero cuando notas que en el pueblo eres el raro y al que señalan, al final tú mismo crees que eres un ente extraño, aunque no sea cierto.
Respetar al colectivo LGTB+ es respetar la diversidad, es un movimiento muy unido al feminismo, luchamos contra un sistema patriarcal que nos ha oprimido durante muchos años
En la actualidad, ahora que contamos con más referentes y existe mayor normalización, ¿qué retos quedan por delante?
Ciertas desigualdades siguen vigentes y el colectivo cada vez tiene que saltar distintas vallas. Primero había que luchar por un respeto e igualdad que no existía y ahora, que parece que ya lo tenemos, en ocasiones hasta dentro del colectivo se dan machismo e intolerancia. Como gay, siento que voy en el mismo barco que lesbianas, personas transexuales o bisexuales, pero no todos los casos son así. A veces el respeto que buscamos se da de forma muy superficial. No me gustan lemas como love is love, es demasiado ligero, porque seguramente encontrar pareja es lo que menos preocupa a una persona transexual, que lo que desea es que se la respete y tener los mismos derechos que una CIS. Respetar al colectivo LGTB+ es respetar la diversidad. Considero que es un movimiento muy unido al feminismo, todos estamos luchando contra un sistema patriarcal que nos ha oprimido durante muchos años. En España ahora estamos en un buen momento, al menos decente, pero no se nos debe olvidar que aún sigue habiendo agresiones homófobas y que en otros países la homosexualidad es delito, incluso penado con la muerte.
En España cuestiones como la educación en la tolerancia a la diversidad se han vuelto a poner en el foco con el debate del pin parental. ¿Cómo hacemos pedagogía para visibilizar y potenciar el respeto al colectivo entre las nuevas generaciones?
A mí el pin parental me parece terrible. Al igual que otros activistas, he ido a dar charlas a institutos y es preocupante que haya gente que crea que intentamos “homosexualizar” a los chavales. Nuestro objetivo es informar y tender la mano a quien lo necesite, con empatía y respeto. Lo que me gustaría explicar a esas personas es que estas charlas son en favor de la tolerancia. Para los jóvenes que ya saben que son homosexuales son un apoyo, que muchos no tuvimos en su día, y para el resto es una oportunidad de comprender y tener una mirada más abierta. La información es poder, no es peligrosa.
Desgraciadamente, niños y adolescentes siguen siendo víctimas de acoso por ser homosexuales. ¿Percibes avances desde tu adolescencia hasta ahora?
Sigue habiendo problemas, pero hemos progresado. A mí me hubiera encantado que me hubieran dado una charla sobre este tema en el instituto. En 2005 se aprueba el matrimonio igualitario, pero no era común oír la voz de activistas en centros escolares. Ahora, pese a la polémica del pin parental, sí se abre la puerta otro tipo de profesionales que tienen mucho que aportar. Se tiende un puente a los adolescentes, tanto a los que están preparados para hablar como para los que no lo están y les será un alivio saber que hay opciones para cuando quieran dar algún paso o buscar ayuda para sentirse más integrados en la sociedad.
¿Qué se puede hacer desde el ámbito personal, el periodismo, la cultura, la educación o las instituciones para ayudar a estos jóvenes a aceptarse y a no sufrir por quiénes son?
En esto soy optimista, se están dando grandes pasos. Las redes sociales bien utilizadas, por ejemplo, son un arma muy poderosa. Potenciar la presencia de psicólogos especializados en igualdad y en tema LGTB+ en los institutos es fantástico para que los adolescentes se sientan arropados. También es importante difundir cultura para adolescentes en la que se reflejen las mil posibilidades de vida que tenemos, porque parte de los problemas empiezan cuando te sientes raro por no encajar en los sistemas tradicionales que copan la literatura, el teatro o el cine. Por supuesto, es muy positivo hablar de salud mental, se pueden evitar depresiones y disgustos en los jóvenes si hablan con la persona adecuada o se dan a conocer las diferentes asociaciones que pueden ser un apoyo para ellos.
Entre tus proyectos, estás inmerso en una nueva novela, ¿qué puedes adelantar? ¿Tendrá tintes LGTB+?
Estoy muy ilusionado escribiendo una novela que se narra entre Madrid, París y Sevilla. Está en fase de primer borrador, por lo que puede tardar tiempo hasta que vea la luz, aunque puedo adelantar que hay temática LGTB+ y mucho color en la historia. Vuelve a ser muy personal, porque trata de la vida de un escritor y de cómo los libros influyen e impactan en la vida de las personas. De momento, estoy pasándolo muy bien escribiéndola, está siendo un proceso emocionante.
*El club de los olvidados se puede adquirir en la web de Ediciones en Huida. Su última novela y resto de libros están disponibles en las librerías El sueño de Pepa (Valladolid), Luna (Sahagún), Cómplices (Barcelona) y Sputnik (León).